Los proyectos y actividades actuales de Cristina Coroleu y sus talleres se relacionan esencialmente con el tema de la Floración Nativa, aquéllas que fueron seleccionadas por primera vez por el paisajista francés Charles Thays, el fundador del Botánico de Buenos Aires, y que forman el paisaje de la República.
Se han desarrollado seminarios y cursos en el interior del país: Salta, Entre Ríos, Tucumán y Río Grande, que incorporaron nuevos alumnos, entusiastas con la idea, que se transforma lentamente en un proyecto de pintura de las plantas nativas más importantes a las que se agregarán las de cada región.
Cristina Coroleu empieza con las cinco especies arbóreas más conocidas (lapacho, ceibo, jacarandá, tipa, palo borracho e intenta extender la mirada hacia las diferentes regiones del país.
Una manera de "hacerlas visibles" es protegerlas de la depredación continua, de la negligencia que pone en peligro de extinción aquello que no sólo constituye una belleza para los ojos, sino que es fundamental para la vida en el planeta.
Con este espíritu se trabaja en los talleres, y los proyectos venideros.
Pasión y perseverancia al servicio de las flores de la intemperie.
El siguiente proyecto, llamado "samohú" surge a partir de mi interés creciente en la pintura de la flora autóctona que vengo desarrollando hace muchos años.
En el inicio "La Floración de Buenos Aires" fue el primer paso en la observación y posterior estudio de las cinco especies arbóreas que nos rodean en el paisaje urbano, éstos árboles que conforman un paleta estacional que cada año se repite en los parques, plazas y paseos fueron dispuestas después de una primera selección por Don Charles Thays (1849-1934) el ilustre paisajista francés y continuada por sus discípulos de una manera a la vez científica como poética.
Las especies nativas del norte y del noroeste y que como región compartimos con los países limítrofes, como Uruguay, Brasil, Paraguay fueron convocadas para ornamentar las plazas y los paseos públicos, dando lugar en el transcurso del tiempo a conformar una ciudad de belleza inigualable, abierta, verde y monumental como es Buenos Aires, y en el resto del país sus ciudades principales, que configuran un sello distintivo en la arquitectura paisajística urbana Argentina.
Cada una de las flores ha sido y es el objeto de mi pintura, profundizar en ellas me conduce a cientos de formas y colores que constituyen la flora autóctona de las diversas regiones del territorio.
La diversidad de especies, teniendo en cuenta lo vasto y variado del paisaje incluye desde epifitas en las húmedas selvas misioneras, o las yungas del norte argentino junto a los lapachos, rosados, amarillos y blancos, las acuáticas en su variedad mas exquisita en los esteros del Iberá, las agrestes y espinosas en las zonas desérticas, flotantes sobre el río, pequeñas y gigantescas prendidas a la piedra en la montaña, colgando como joyas en las cascadas. Todas ellas nativas, propias, nuestras donde el temperamento de nuestro paisaje acorde con su clima y en equilibrio.
Observarlas en su medio, una manera de conocerlas, lleva al mismo tiempo al deseo y la alegría de difundirlas, comprometiéndome en esta tarea junto a mis talleres en esta larga cruzada de flores.
Hace dos años comenzaron los talleres en Salta, continué en Entre Ríos y próximamente se integrará el sur, formándose en cada región los grupos "madre" de la flora que agrupa a una gran cantidad de especies y de pintores abocados a la tarea de reconocerlas y revalorizarlas.
El Cambio Climático Global, en sus manifestaciones concretas, como en sus informes más serlos –cabe citar el de Stern, economista inglés quien lo presentara a pedido de su gobierno a fines del año 2006- hablan de la pérdida irremediable de especies de la fauna y de la flora, entre otras calamidades que esperan al planeta en los próximos años.
Sudamérica será una de las zonas más afectadas, miles de especies desaparecerán como consecuencia de la deforestación, de la negligencia y del abandono que el ser humano lentamente hace de su hábitat, generando paradójicamente su propia extinción.
Cada día alguna zona de la tierra manifiesta el desequilibrio creciente, llámese hielos, aire, agua, animales o flores, un ecosistema interdependiente hasta en la más minúscula de sus formas vivientes se hace sentir cada vez con mayor fuerza.
Se demora peligrosamente lo que debería ser una acción mancomunada de todas las Naciones de la Tierra para preservar al hombre mismo de la catástrofe que ha desencadenado. Las flores nuestras, aquéllas que crecen en la intemperie, sin ayuda, que tienen sus predadores naturales, para no convertirse en plaga, pero que exponen de la manera más natural y más bella su gracia vegetal son el objeto de mi pasión y mi trabajo.
Titular este proyecto como "La pintura de la floración nativa, una manera de protegerlas" creo que es lo más justo para ellas y para mí que a su servicio me dispongo.
Es mi idea la formación de grupos de pintores, a través de seminarios de abordaje de la flora nativa con la técnica oriental de pintura, que es la que trasmito, tomándo como punto de inicio las cinco especies iniciales, a las que se sumarán las propias de cada región, a partir de un relevamiento simple, ya que sólo en la pcia. De Bs. As. Existen cerca de mil especies silvestres.
Se dictarán charlas con técnicos especializados que pudieran ampliar el conocimiento al plano científico.
Se formarían así los grupos "madre" o de origen.
Estos grupos se conectarían entre sí a través de las muestras, como se hizo en diciembre de 2006, en el Botánico de Buenos Aires, donde expusieron los grupos de Salta y Bs. As.
Continuando con esta idea, en el marco de Abril Cultural muestran en Salta la gente del puerto y de la montaña.
Lo mismo ocurrirá en Entre Ríos, donde realicé un primer seminario en septiembre de 2005.
Existiendo en éste momento una señal de interés en Ushuaia.
En dos años florecen los grupos en puntos muy distantes.
Solicito entonces el apoyo de organismos, personas, instituciones para concretar no sólo un sueño individual sino un objetivo que nos distinga como región y nos preserve en medio de las vicisitudes climáticas con nuestro hábitat natural.
Para terminar quiero rescatar una imagen que en Japón se repite cada año, con la deslumbrante floración del cerezo.
Padres e hijos caminan entre la espuma de esos árboles rindiendo un homenaje conmovedor a una de las manifestaciones más bellas de su paisaje.